Exhibición individual presentada en Galeria L’Imaginaire. Lima, 2016.
Texto de sala por Gianfranco Piazzini.
Tu vida ha sido un punto fijo por donde todo pasa.
Veredas, esquinas, paso a paso, puntos de referencia, callejones sin salida, paso tras paso como imágenes grabándose en la retina a veinticuatro cuadros por segundo, una sobre la otra. Cualquier punto dentro de la línea puede ser un nuevo inicio, el comienzo y el final son conceptos deliberados dentro de un tiempo continuo. Es difícil darse cuenta que caminamos en círculos, las calles son muy anchas para decir que son laberintos.
Tu ojo es la aguja que se desliza por un surco que gira en línea recta.
Prueba quedarte quieto y ver las cosas pasar. Todo se está moviendo, todo se transforma a velocidad tortuga, todo está sucediendo ahora mismo. Intenta no moverte, mira cómo sube y baja tu pecho, aguanta el aire. Einstein desarrolló teorías con aplicaciones prácticas en la vida ordinaria y monótona, ¿parece que tu auto se está moviendo pero no ha cambiado el kilometraje? Vuelve a ver, es el auto de al lado el que está retrocediendo. Cuando andas al compás de otro, a ambos les parecerá que ninguno se movió.
No te muevas, todo cambiará otra vez.
Piensa en un gif acabando. Un gif palpable de 4 lados, habitable y desgastable, perdiendo noción de dónde empieza y dónde termina. Piensa en la ciudad donde transitas, en cómo se prolonga el tiempo al trasladarte. Un minuto no dura igual que otro. Imagina los sonidos de los motores como si de viento se tratase, y las líneas que ves transcurrir como horizontes atravesándose. Cada lugar, cada tránsito tiene sus constantes, como una suerte de ADN que constituye un mecanismo, que reproduce su propio caos en las vidas que contiene. Eso que transcurre entre tus dos pies, el peso de los años, la clase de partitura que se escribe con tu andar.
Qué líneas resultarán de nuestros movimientos, qué clase de movimientos resultan de nuestras emociones. Es bueno moverse, de todas formas todo cambiará.